Agua, sal de mi canilla, quiero que me hagas cosquillas

Es un día de primavera pero parece invierno. El cielo está completamente cubierto de nubes, ─algunas blancas, otras grises─ amenazando con una posible lluvia, que podría ser tranquila pero el viento sopla furioso y frío. Se mete por todas las partes del cuerpo, revuelve el cabello y se hace notar en las ventanas y puertas. Es 12 de octubre, el Día de la diversidad cultural.

El “Barrio Toba” se erige en Rouillón al 4300, como su arteria principal, donde va y viene el 110, el único bondi que entra y sale de la zona, la única conexión entre diferentes culturas y realidades socio-económicas. La parada central se encuentra en la esquina de la avenida y Dr. Maradona. Ahí mismo ─detrás de un muro cubierto de colores y dibujos─ asoma, imponente, la planta de agua que abastece al barrio.

Detrás del lugar hay una historia nómade. Los primeros qom se asentaron en Empalme Graneros, a mediados de los años ‘60 en busca de trabajo. Luego, como consecuencia del desborde del Arroyo Ludueña y las inundaciones sufridas entre 1984 y 1985, es que comenzaron a ser visualizados por la Municipalidad y, recién en 1987, tras un proyecto de relocalización, se mudaron a Rouillón al 4300 a un grupo de viviendas construidas por el Servicio Público de Vivienda (SPV). Pero, el barrio nunca dejó de crecer, como tampoco lo hizo la desigualdad, la discriminación, la estigmatización, la violencia, la falta de trabajo y servicios públicos.

A pocos metros, por Dr. Maradona y Espinillo, el Centro Cultural “El Obrador” alberga todos los días a mujeres, varones y niños que llegan para realizar actividades como la huerta, artesanías, carpintería, costura, entre otras cosas. Los pequeños, que casi siempre acompañan a sus madres, juegan en el SUM del lugar con pintura, muñecos, peluches, libros de cuentos… Por la mañana, bien temprano, es allí donde los tablones comienzan a colmarse de tazas de plástico, vasos de telgopor, bolsas de azúcar, cajas de mate cocido y paquetes de galletitas. De a poco, los bancos se ocupan y, mientras desayunan, conversan sobre las actividades; otros, lo hacen en silencio.

Mantener la cultura y la ocupación de las personas que viven en el “Barrio Toba” es una tarea ardua pero necesaria. La comunidad convive todos los días con diferentes problemas que devienen de la marginalidad en que se encuentran. El agua potable y las cloacas son los principales, en materia de servicios.

Graciela es la encargada de la capacitación para lograr una huerta llena de frutas, verduras y plantas aromáticas. También trabaja en la Municipalidad en el mismo rubro. “Cuando vinimos no había agua, era todo muy escaso, después se logró que pusieran el tanque, ya estaba cuando vinimos pero solo daba agua para la gente de aquel lado”, comenta, en relación al lado oeste de Rouillión.

─Hicimos el reclamo en conjunto. Entonces nos engancharon la luz y pusieron el agua, pero nunca logramos tener presión de agua─ explica Ruperta, que ingresa en la conversación.

─Todo con notas. También se cortó Avellaneda, Circunvalación, Boulevard Seguí, reclamando la falta de agua. Se enfermaban los chicos de diarrea, acá hay muchísimos chicos. Ahora no sé si alguien se moverá, lo único que sé y que se ve, es que llegan

camionetas con agua y que la gente con sus bidones va a buscar el agua─ aporta Graciela.

Una de las chicas que está sentada a un costado, asiente con la cabeza y, con timidez, reafirma la llegada de algunos vehículos con agua envasada. Anteriormente, algunos vecinos hicieron un corte en Circunvalación para pedir por el agua potable. Es que la planta que está en Rouillón y Dr. Maradona “es con perforaciones, no es agua potable, es mezcla de la red que viene de agua potable con esa”, explica Graciela.

─No estamos acostumbrados al agua que sale de esta obra. Esto lo hicieron hace poco, hará dos años aproximadamente que está funcionando, son perforaciones, no es agua potable. Entonces, eso nos trae consecuencias, porque estamos acostumbrados al agua dulce. Para el consumo humano no es buena, a algunos les hace mal a otros no, porque ya la toleran, están más acostumbrados─ dice Ruperta con resignación.

Según Ruperta y Graciela, saben de estudios que la Municipalidad realizó en 2013 donde afirma que el agua es apta para consumo humano. Pero, uno de los problemas más graves que los aqueja es la necesidad de contar con nuevas cañerías ya que las que están, tienen más de treinta años y se encuentran con perforaciones, entonces el agua sale de las canillas con barro y contaminada.

─En esta zona, como no todos los caños son nuevos, el agua salía fea, negra, y era

en todas las casas, dijeron que era por el purificador, que tocaba las paredes y

pasaba eso. El purificador mezcla las aguas, el agua potable y la del pozo. Ahora

lo arreglaron, pero cada tanto no hay agua, entonces se llama para que vengan a

ver.

Nadando en la marginalidad

Valentina no para. Se mueve por todo “El Obrador” abriendo puertas, buscando llaves y organizando las tareas del día. Ella estudió Bellas Artes y va tres veces por semana a desarrollar algunas de las actividades que ahí se realizan. Se nota el aprecio y el respeto que todos le tienen, además, conoce el barrio casi a la perfección. Junto a Ruperta Pérez ─una de las primeras qom en llegar a la ciudad─ hacen un gran equipo de trabajo social.

Mientras Valentina prepara una recorrida por el barrio para hablar con algunas personas que abandonaron las actividades, Ruperta la espera sentada en un banco del SUM. A su alrededor, Brandon y Joaquín, dos pequeños de entre cuatro y cinco años juegan a ser Rayo McQueen, el Increíble Hulk y Dragon Ball Z. Corren, saltan, ríen. Son felices y, por unos poquitos años, no notarán en la marginalidad en que viven.

“Barrio Toba” está dividido por una arteria principal que es Rouillón y, a su vez, Dr. Maradona, la atraviesa. Al cruzar la avenida, hacia el oeste, las viviendas son humildes y conviven con un fuerte olor a podrido.

─Esta es el agua estancada en las zanjas. Por la falta de cloacas, porque los pozos rebalsan─ explica Ruperta.

El color de aquella sustancia es heterogéneo, a veces azulado, rosa, blanco; es bastante espeso. Los hogares están separados de la calle por esas zanjas contaminadas. Y, si alguno de ellos tiene las cañerías pinchadas, es muy probable que el agua que salga de la canilla contenga restos de esa que está en la puerta de sus casas.

Pero, aún hay una zona más marginal, que se asienta sobre restos de un basural. Allá donde Rouillón concluye, la diferencia es abrupta, hay más pobreza que unos metros antes. Las viviendas están construidas por chapas, troncos, plásticos y divididas por pequeños pasillos en los que puede transitar una sola persona. Allí no hay canillas, ni baños, ni agua, ni cloacas, ni nada, sólo pobreza extrema que la viven ─en su mayoría─ jóvenes qom.

Medicina y sociedad

Gabriel Ariza es médico infectólogo. Trabaja en el Hospital Centenario de la ciudad y en el Centro de Salud Barrio Toba, además da clases en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en la cátedra Medicina y Sociedad. Con respecto al problema del agua potable, conoce muy bien la situación en la que se encuentra la comunidad qom.

Ariza explica que el barrio tiene más de 30 años y que ha crecido considerablemente por lo que la red de agua potable no llega a abastecer a todo el barrio.

─Hay una parte del barrio que es formalmente reconocida por el Estado y hay una parte que es informal. Entonces en esa parte informal la empresa de distribución de agua no se hace cargo de la distribución de esa parte, entonces la manera que tiene la gente que vive allí con el agua que es indispensable, es que se conectan con conexiones de caños que son irregulares, que no están hechas por la empresa y que por lo tanto carecen de algunos elementos básicos como para que las conexiones sean seguras─ explica.

El infectólogo hace referencia a la planta de ósmosis inversa que se encuentra en Rouillón y Dr. Maradona, diciendo que “hay incertidumbres sobre la legalidad de ese tipo de aguas, porque no es la misma agua del resto de la ciudad”. Por otra parte, la demanda en el centro de la ciudad hace que llegue menos a Barrio Toba por lo que comienza a bombear más de pozo, es decir, filtrada. En ese momento, no se garantiza que se apta, ya que no se sabe qué composición presenta.

También, explica que las conexiones ilegales ─inevitablemente, porque sino no tendrían agua─ generalmente se mezcla con las aguas servidas porque pasan a través de las zanjas.

─¿Aparecen enfermedades como consecuencia de la contaminación?

─Hay una zona en el barrio donde empezaron a aparecer chicos con lesiones en la piel pero aparentemente eso estaba vinculado con movimiento de tierras en el barrio, pero si bien son dos cosas diferentes son comunes en cuanto a que no están garantizadas las condiciones de habitabilidad y salubridad para esas comunidades, entonces dos elementos que, aparentemente, tienen componentes diferentes tienen en común el que no se garantiza desde el punto de vista de la salud pública para la habitabilidad de ese barrio─ comenta.

La marginalidad del barrio es extrema, hay zonas donde las viviendas se construyen sobre viejos basurales y los desechos brotan de la tierra como crece la hierba en zonas fértiles. El paisaje es desolador. Las aguas servidas se estancan mansas en las zanjas, serenas como el río que bordea la ciudad y la abastece ─en gran parte─.

─Hay una condición que el agua tiene que ser potable para la persona que la toma y esa es una condición que no se cumple porque las personas muy mayoritarias de la comunidad están permanentemente reclamando sobre la calidad del agua, hay momentos, por ejemplo, en los que el agua viene con mucho cloro, entonces mancha la ropa; otros donde no diluye el jabón por el alto contenido de sales; en determinado momento las concentraciones y producto de estas mezclas, producen algunos efectos gastrointestinales importantes producto de la cantidad de sales, que tienen un efecto diarreico o chicos con vómitos, sobre todo las personas más vulnerables─ explica.

El infectólogo comenta, además, sobre otros problemas como lo son las cloacas, la contaminación, las enfermedades como la tuberculosis, la desocupación… Su trabajo no sólo se limita a la medicina sino que se siente parte de lo que sucede allí.

***

Ministerio de Aguas y Servicios Públicos, Secretaría de Obras Públicas de la Municipalidad, Aguas Santafesinas. Las respuestas de todos estos organismos son siempre muy esquivas, sobre todo, al nombrar “Barrio Toba”; las responsabilidades van pasando de cargo en cargo y, muchas veces, parece que sobre la realidad de esa zona no están al tanto.

La responsable de prensa de la Secretaría de Obras Públicas, Gisela Fouquet, no se siente capacitada para responder a la realidad del barrio y pide un mail para poder “armar las respuestas”, así de sincera. Elecciones mediante, las respuestas se evaporan en los votos.

Por otro lado, Guillermo Lanfranco, gerente de Comunicaciones de Aguas Santafesinas dice que el problema de que en verano la gente del barrio se queda sin agua no es conocido por ellos y no saben a qué se debe.

─Nosotros instalamos una planta de ósmosis inversa, una planta potabilizadora ya hace aproximadamente tres años. Y eso mejoró objetivamente las condiciones del servicio, obviamente, cuando hay algún día de muy alta temperatura, haya alguna baja de presión pero ahora en sí la cantidad de agua se incrementó y se distribuye en todo el barrio.

Con respecto a las futuras mejoras del servicio, Lanfranco dice que con la construcción del acueducto Gran Rosario que pasará por circunvalación mejorará el servicio. Pero no lo garantiza.

Las respuestas son escuetas, otras nunca llegan. Pero, esta realidad la viven todos los días las personas que habitan el “Barrio Toba”. Ahora llegarán los meses de calor y los qom deberán levantarse a la madrugada para poder lavar la ropa, ya que las piletas del centro consumen la mayor parte durante el día.

─Lo que no se ha garantizado es que sea un uso ecuánime de la distribución con las distintas necesidades de la población y las inversiones que se han hecho porque son importantes, porque en la zona norte de la ciudad se ha hecho un nuevo acueducto, una nueva toma de agua pero no alcanza al barrio, no llega. Entonces distribuye a la zona norte de la ciudad pero no llega a la zona oeste y no hay ninguna fecha posible de una solución definitiva por lo tanto dependen de lo que se le da y no de lo que se necesita. Entonces acá hay una relación entre satisfactorio y necesidad muy desigual, porque todos necesitamos del agua, ahora, qué tipo de agua y en qué cantidad es justamente la marca de la inequidad en la distribución. Lo que llega a mi casa, lo que llega a tu casa, es absolutamente diferente─ cierra Gabriel Ariza.

La inmensidad de la ciudad es bordeada por el gran Río Paraná, aquel que puede darle agua a todo Rosario y que, sin embargo, el Barrio Toba casi no recibe. Allí viven los qom, con pequeños cursos de agua que pasan frente a sus hogares, esa que despide un olor nauseabundo, que está contaminada con basura, jabón, desechos cloacales y más. Y, por otro lado, están los que la reparten en baldes, bidones, botellas, que salen a buscarla porque no hay agua que salga de las canillas.

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